A Rose (y a tu empresa) la salva la comunicación. ¿La tablita? No, ni siquiera Jack, que por guion estaba destinado a morir. Rose es como esas empresas que prosperan o naufragan según cómo manejen su comunicación.
¿Exagerado? Para nada. Si Rose y Jack no hubieran mantenido su diálogo, probablemente habrían sucumbido antes. El contacto, la fe, la compañía, el compromiso de mantenerse juntos los mantuvieron con vida. Y cuando la naturaleza los desafió, el sonido de un silbato de auxilio atrajo la atención y salvó nuevamente a Rose.
Pensemos en esto en el contexto empresarial. Cuando las empresas descuidan la comunicación, ignoran el poder transformador y motivador que esta posee para los equipos. Se estancan, se vuelven frías y, finalmente, naufragan.
Así que ya sabes, la próxima vez que dudes del poder de la comunicación para fortalecer tu equipo y mantener tu empresa a flote, recuerda esta escena y ¡comienza a remar! Estamos seguros que la próxima vez que veas Titanic vas a mirarla con otros ojos.
